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jueves, 17 de mayo de 2007

JACK EL DESTRIPADOR, UN ASESINO O ASESINA.


Ha pasado más de un siglo y todavía perdura el misterio. Cinco crímenes perpetuados en Whitechapel hacia 1888, que hoy, por el escaso número de víctimas hubiesen ocupado pocas líneas en los diarios, en su momento revolucionaron Londres y el mundo entero. Durante cien años, investigadores, detectives, policías y muchos aficionados han tratado de establecer un perfil psicológico que ayudase a determinar la personalidad o el nombre del asesino, pero hasta ahora solo se han podido identificar los nombres de unos posibles sospechosos.

Tal vez por ese motivo Jack el Destripador se ha convertido en el asesino en serie más conocido de la historia.

Su nombre nos evoca una silueta entre la niebla del Londres Victoriano, una sombra con capa y sombrero negros que ataca a sus víctimas y desaparece para siempre de la escena del crimen... no en vano se han escrito sobre él cientos de libros, canciones, óperas y películas. Es la perfecta historia de suspenso, el gran misterio sin resolver.


A pesar de que la policía buscaba a un hombre, no descartaba la hipótesis de que el asesino fuera una mujer.
El famoso asesino, como lo sospechaba acertadamente Arthur Conan Doyle --creador del famoso detective Sherlock Holmes--, era en verdad una mujer que se disfrazaba de hombre, y para escapar frente a las mismas narices de los policías londinenses sin despertar sospechas le bastaba sacarse el disfraz...
El 27 de septiembre de 1888, la agencia policial ubicada en la Fleet Street recibió una carta firmada por Jack el Destripador. Sería solamente la primera de un posterior aluvión de misivas que le serían atribuidas. En ella, escrita con una nada casual tinta roja, decía así: "No cejaré en mi tarea de destripar putas. Y lo seguiré haciendo hasta que me atrapen. El último trabajo salió bordado (.). No les importe llamarme por mi nombre artístico". La policía, completamente desorientada, decidió publicar la carta en un diario con la esperanza de que alguien reconociera la letra. Pero lo único que consiguió fue desatar el terror colectivo.

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